La decisión del Departamento de Estado de EE.UU. de negar una visa a Mahmoud Abbas Via X de Mosab Hassan Yousef

La decisión del Departamento de Estado de EE.UU. de negar una visa a Mahmoud Abbas, el llamado presidente de la Autoridad Palestina, envía un mensaje contundente: no habrá recompensa para el terrorismo, ni plataforma para espectáculos unilaterales de estatalidad en la Asamblea General de la ONU.

Esto no es solo una negación de visa, es una postura firme contra una élite occidental débil y sin carácter que se arrastra ante las multitudes pro-palestinas mientras ignora la sangrienta realidad de Israel. Las atrocidades del 7 de octubre, cuando Hamás masacró a 1,200 inocentes y secuestró a 253, expusieron la complicidad del liderazgo palestino en glorificar la violencia. Abbas, no electo desde 2009, dirige un régimen corrupto que financia terroristas a través de su “fondo de mártires” mientras pretende ser un socio para la paz.

Sin embargo, Francia, el Reino Unido y otros, desesperados por apaciguar a sus votantes musulmanes, impulsan la estatalidad palestina sin una pizca de rendición de cuentas, desestimando la seguridad de Israel y a los rehenes que aún se pudren en los túneles de Gaza. Israel está librando una guerra en múltiples frentes: Hamás en Gaza, Hezbolá en el Líbano, y los representantes de Irán en toda la región. La Autoridad Palestina, en lugar de renunciar al terrorismo, lo incita, difundiendo propaganda antiisraelí y promoviendo “lawfare” en la CPI y la CIJ. Un Estado palestino ahora sería un estado terrorista, simple y llanamente, construido sobre las cenizas de las víctimas israelíes y la traición a la justicia.

Estados Unidos, bajo el secretario Rubio, ha trazado una línea: no habrá visas ni legitimidad para quienes respalden el terror y eludan las negociaciones. Esto expone la hipocresía de los líderes europeos que priorizan los votos por encima de la moralidad, pretendiendo que sus gestos simbólicos promueven la paz mientras Israel sangra.

Este es un momento histórico. EE.UU., como superpotencia mundial, ha cerrado la puerta a Abbas y a los suyos, señalando que las iniciativas unilaterales de estatalidad y la glorificación del terror tendrán consecuencias.

La lucha de Israel no es solo por su supervivencia, es por la columna vertebral del mundo libre contra el caos yihadista. Francia y el Reino Unido pueden halagar a sus multitudes, pero no son ellos quienes deciden. EE.UU. lo hace. Y hoy, está con Israel, no con quienes entregarían un Estado a un régimen que aplaude asesinos y retiene rehenes. Abbas no es un presidente; es un testaferro de una causa fracasada que se alimenta de la violencia, no del gobierno. El mundo debe despertar: no al Estado para terroristas, no a la recompensa por la sangre derramada.