A comienzos de este diciembre, en el seno de Comunidad Judía Iberoamericana (CJI) recibimos la visita de Iair Horn, quien, junto a su hermano menor Eitan, fueron dos de los 251 secuestrados por Hamas el infausto 7 de octubre de 2023. Fue liberado en febrero del presente año, tras cerca de 500 días en Gaza, a manos de violentos terroristas.
Iair, un joven del kibutz Nir Oz, contó en distintos ámbitos: programas de televisión local, radio, reuniones comunitarias, las peripecias que enfrentó durante el año y medio de su cautiverio en los túneles de Gaza, donde su vida y necesidades dependían de la voluntad de los terroristas que lo vigilaban.

Aquel 7 de octubre, Eitan se encontraba de visita en casa de Iair, pues era el feriado de Simjá Torá. Ya amaneciendo, sonó la alarma en el kibutz y corrieron al refugio en la misma casa, se trata de un cuarto protegido en el que los israelíes se resguardan debido a los constantes bombardeos de los terroristas palestinos.
Sin embargo, en esa ocasión, las cosas fueron diferentes: por las comunicaciones del kibutz se enteraron que dentro de Israel, en el área del propio kibutz, se habían infiltrado terroristas gazatíes.
Iair trató de impedirles la entrada a su casa, sosteniendo la manija de la puerta, pero los terroristas disparaban y lo podían herir, por lo que, en ese momento de extremo peligro, decidió soltar la puerta, los terroristas entraron y distintos grupos capturaron a cada uno de los dos hermanos.
Iair contó que a él lo llevaron a Gaza en una moto con un terrorista adelante, él en el medio y otro atrás; una vez dentro de Gaza, los terroristas vociferaban que tenían a un judío prisionero y la población gazatí se acercaba a golpearlo, patearlo por todas partes y a gritar con suma euforia triunfal.
En ese momento, Iair se convenció que era un hombre muerto y que, cada segundo que sobrevivía era una especie de regalo.
En los primeros días en Gaza, pudo ver a su hermano Eitan, junto con otros judíos rehenes, vigilados por demás terroristas, pero por alguna inexplicable intuición, ambos pensaron que era mejor que sus captores no supieran su parentesco; sin embargo, con el correr de los días, esa circunstancia no se pudo mantener en secreto, de hecho, podemos recordar un video grabado con sádica intención por los de Hamas, del desgarrador episodio cuando los dos hermanos se despiden, porque liberarían primero a Iair.

Iair narró acerca de la relación con sus captores, quienes hablaban hebreo y los judíos cautivos aprendieron algo de árabe. Dentro de lo poco que les daban de comer, había días de mejores alimentos y había días de mucha hambre; tomar agua y saborear un café era un privilegio; tomar una ducha era una fantasía; dormían sobre la tierra, los mudaban de túneles, unos más amplios, pero otros eran muy rudimentarios. Dentro de los túneles sentían los bombardeos de Israel.
Durante los cerca de 10 meses que transcurrieron entre la liberación del hermano mayor y la del menor, Iair se abocó por completo a tratar de lograr la liberación de Eitan y del resto de secuestrados. Una vez que los terroristas palestinos ya no retienen a más secuestrados con vida, Iair está intentando volver a la normalidad; explicó que ahora puede hablar mejor, contar acerca de las crueles experiencias que vivió, pero comentó que hace unos 3 o 4 meses no le era fácil comunicarse.
Se trató de una guerra que, como todas las guerras que enfrentó Israel, no la inició ni buscó, su población mayoritariamente civil fue atacada, incluso en sus propias casas, con un encono feroz, propio del fanatismo radical que niega a los no musulmanes, los derechos humanos básicos.


